No sé si perdido o encontrado
es que mi corazón se vuelve a mirarte.
No sé si es la brisa quien hace dudar a la marea de sus olas
o tus ojos quienes provocan la tormenta.
Podría llamar letargo a la espera mortuoria
de tu ademán al amor,
de tu nerviosa risa al devenir.
Sería más alto
para bajar el cielo,
para entorpecer las fronteras con nuevas esperanzas,
y velar la muerte con lágrimas retoñas,
neonatas de nostalgia.
La muerte se esconde de reojo
y engaña la respiración.
tomaría tu mano sólo para danzar
un soneto de suspiros.
Paciente es el siglo que demora la luz en reflejar
mis ojos en los tuyos,
los tuyos en los mios.
Con demasiada prisa
la noche burla a la cautela.
Somos un sueño inundado por el frío seco
que se incendia siendo lluvia.
Por la mesura arrojada al viento,
al confundido viento
de tus desiertos.
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