En un compás de cuatro cuartos, cinco corcheas y un silencio se subordinan a una negra. Mientras avanzan, se fusionan y suprimen, ruedan en orgía hasta chocar desordenados en la cueva de mi oreja, quien los conduce hacia mi cabeza y se traducen y empapan con la maraña de huellas que dibujaron mis células. Mis pupilas dilatan ante la luz que proyecta un foco y contraen al topar oscuridad, su descoordinación tiene sentido ante el puzzle que se desarma en el tacto; es el cielo quien palpa a mi pie, mi mano es sentida por el cemento, es la flor quien desea mi piel, buscándola con sus pétalos. Tu iris colorea mi tez color caleidoscopio, mientras sonrío con los párpados caídos, observo tu pelo querer arrancar volando junto al viento. Doy tres pasos y sigo donde estaba, pensando en aquella estrella que hace poco no estaba dibujada. Ahora te veo, estás pintada,el día te contempla y tú sigues sin decir nada, tan sólo volteas tu cabeza y me miras sonrojada. Es el corazón quien me ensancha, tus besos quienes me arrastran...y la venida del sol, que en madrugada nos calienta, aunque se pierde en lontanza. Somos parte de este crimen, en nuestras bocas somos uno y nos refugiamos entre el tiempo, poco entendiendo el espacio.
Los años se acumulan y la sabiduría se escurre.
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Hay un día nublado. Estoy en un día nublado. No sé cómo explicarles de
manera interesante lo mismo que a un montón de personas les pasa. "A pesar
de tener ...
Hace 6 años.
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