domingo, octubre 12, 2008

Absurdo.

Un par de absurdos,
entrelazados por su interés,
buscaban descifrar la situación.
Uno tautológico,
el otro contradictorio,
gritaban desacuerdo.
El primero, construyó la situación como un engranaje;
el segundo, divertíase pintando con lápices blancos
manchas negras en el telar de su ocupación.
El tiempo habían detenido.
Entre ambos extremos me encontraba,
en sus ideas lidiaban evitar mi colapso.
Liberado del tiempo, los contemplaba.
Agitados, desperaban.
Rehuían la mirada y no se atrevían
a dirigirme palabra.
El de la izquierda lo había logrado.
Ya satisfecho, de reojo me invitaba a contemplar
el funcionar de su maquinaria,
sincronizada, perfecta; resultaba.
Me sentí tentado, no ofrecía posterior debilidad.
Decidí echar el tiempo a correr,
agradable había sido su lógica.
Al instante un tronador ¡Eureka! sonó en el espacio,
el contradictorio diestro había aniquilado
con colores y esperanzas
aquello que el siniestro construyó con frialdad.
Pero ya era tarde, el tiempo había sido echado a correr,
y yo estaba otra vez,
frente a tus ojos,
sin saber qué hacer.

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